Esta estrategia consistió en impulsar un manejo adecuado de los residuos sólidos orgánicos en unidades productivas rurales, a través del mejoramiento de módulos existentes en las mismas.
Para esto, se incluyeron doce (12) unidades rurales lideradas por mujeres, quienes contaban con el montaje y la estructura para producir abonos orgánicos mediante procesos de compostaje y lombricompostaje; sin embargo, se presentaban diversos aspectos que condicionaban la realización del proceso, como, por ejemplo: módulos sub utilizados y destinados a otros fines, con oportunidades de mejora a nivel de estructura (drenaje, desperdicio de lixiviados, entre otros). Además, desconocimiento ambiental sobre el manejo integral de residuos orgánicos, lo cual conlleva procesos que no promovían su reúso y/o su óptimo aprovechamiento.